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Espectros e ideologías

  • Foto del escritor: Juan Camilo Puentes
    Juan Camilo Puentes
  • 4 jul
  • 3 Min. de lectura

En Colombia hemos vivido históricamente una fuerte polarización política. En pleno proceso de independencia, concretamente entre 1810 y 1816, nos enfrascamos en una disputa entre centralistas y federalistas para definir el modelo de distribución territorial del nuevo Estado. Poco después, en los albores de la República, nos enfrentamos entre bolivarianos y santanderistas para determinar cuál de los dos legados políticos queríamos implementar. Desde la creación de los partidos liberal y conservador a mediados del siglo XIX, la pugna entre ellos, aunque ha variado, no ha perdido vigencia. Este hecho derivó visceralmente en la Guerra de los Mil Días y la época de La Violencia, librando la vida de miles de colombianos. Incluso, hoy en día, ambas posturas políticas suelen enfrentarse antagónicamente, sobre todo, en temas álgidos como el aborto, la eutanasia, la regulación de drogas, entre otros.


Esta polarización, algunas veces enfermiza, puede explicarse a la luz de la relación dicotómica del espectro político: izquierda-derecha. Fueron los franceses, en el marco de la Asamblea Nacional de 1789 en Versalles, quienes dieron origen a esta oposición. Mientras los asambleístas que se sentaban en el lado izquierdo del recinto buscaban abolir la monarquía, los que lo hacían en el lado derecho buscaban conservarla. Actualmente, se asocia a alguien de izquierda con la defensa de las transformaciones institucionales, el reconocimiento y la protección de derechos o la intervención del Estado; por otra parte, se relaciona a alguien de derecha con la conservación del statu quo, la protección de los valores tradicionales, o la reducción del intervencionismo estatal.


Aunque izquierda y derecha son categorías útiles para explicar fenómenos políticos como la intención de voto, los resultados electorales o el funcionamiento de un sistema de partidos, en la práctica pueden no llegar a serlo. ¿Qué entienden los representantes políticos o los mismos ciudadanos por ser de una u otra parte del espectro? ¿Quién define la naturaleza y las características de ambas? Claramente, en sociedades complejas como en las que vivimos, el político no es el único factor de determinación ideológica. La riqueza, la religión, la cultura, la seguridad, la familia, la recreación, la identidad, la filosofía de vida, entre muchos otros, juegan un rol fundamental. Por poner un ejemplo, ¿en qué categoría ubicamos a un ciudadano de clase alta, homosexual, provida, afrodescendiente, ambientalista y católico practicante? Contradictoriamente en ninguna de ellas o en ambas.


La pretensión de subsumir todo a categorías dicotómicas puede ser nefasto para la consolidación de una democracia, principalmente, porque fomenta el reduccionismo extremo. El mundo, como diría Derrida, no funciona necesariamente en oposiciones binarias: sí/no, hombre/animal, vida/muerte. Por el contrario, deconstruyendo dichas estructuras, podemos llegar a un inconmensurable catálogo de perspectivas, categorías, experiencias. Entre derecha e izquierda existe un sinfín de ideologías políticas que es necesario reconocer, analizar e, inclusive, criticar: conservadurismo, comunismo, liberalismo, socialismo, libertarianismo, fascismo, comunitarismo, feminismo, anarquismo, y un largo etcétera.

Toda democracia subsiste si los ciudadanos conocen el sistema político en el que se encuentran insertos, por lo que reconocer las múltiples ideologías políticas no es más que un deber ciudadano. De este modo, reflexionar en términos más concretos propiciaría, en principio, un debate más plural y completo de la política y, en última instancia, de la vida misma. Nos recordaría que no somos tan antagónicos como parece ser y que, en medio de la pluralidad, pueden existir muchos más puntos de consenso. Y, particularmente en el contexto colombiano, nos libraría de un legado dicotómico que ha derivado en una política estéril, intolerante y poco democrática. A los colombianos se les ha condenado a vivir fragmentados, polarizados y contrariados entre dos bandos. Quizás sea el momento de reconocer, sin llegar al extremo relativista, que existen múltiples puntos en el espectro político que ofrecen alternativas políticas más allá de la izquierda y la derecha.


Recomendado de fin de semana: hay dos textos maravillosos que abordan la naturaleza y la historia de las ideologías políticas. El primero, en su tercera edición en español (aunque existe una cuarta edición en inglés) es Ideologías Políticas de Robert Eccleshall editado por Tecnos. El otro, el clásico Historia de la Filosofía Política de Leo Strauss editado por el Fondo de Cultura Económica.

 
 
 

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